¿Estamos más gordos porque somos más tóxicos?

¿Estamos más gordos porque somos más tóxicos?

07 Noviembre 2013
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Existe relación causal entre el aumento de los químicos tóxicos ambientales (más bien serían industriales)  y el crecimiento de la frecuencia de la obesidad en la población. Muchas sustancias químicas sintéticas con las que nos relacionamos todos los días son los conocidos como “disruptores endocrinos” que interfieren con nuestro sistema hormonal, causando alteraciones en nuestro metabolismo. Lo hacen porque el cuerpo las acumula y las “confunde” con nuestras hormonas y pueden interferir con la regulación y conservación de la energía.

Los disruptores endocrinos son sustancias químicas capaces de alterar el sistema hormonal, tanto en seres humanos como en animales, responsable de múltiples funciones vitales como el crecimiento o el desarrollo sexual. Al imitar o alterar el efecto de las hormonas, los disruptores endocrinos pueden enviar mensajes confusos al organismo ocasionando diversas disfunciones. Entre ellas diabetes u obesidad.

Paula Baille-Hamilton, profesora de la Universidad de Stirling (Escocia) especialista en toxicología y metabolismo, publicó en el Journal of Alternative and Complementary Medicine un artículo científico con el explicativo título de Chemical toxins: a hypothesis to explain the global obesity epidemic. Poco después, como cuenta El Confidencial bajo el título de Obesógenos: las sustancias que nos están haciendo engordar sin darnos cuenta, se acuñó ese concepto, obesógenos, para nombrar a estas sustancias químicas que contaminan el medio ambiente y acaban en nuestro cuerpo.

Entren los llamados disruptores (lo correcto en castellano sería denominarlos “rompedores”) endocrinos están el bisfenol A y los ftalatos. Ambos son sustancias sintéticas que se utilizan para ablandar los plásticos y hacerlos más manejables. Se encuentran en artículos tan diversos como jeringas y material sanitario como bolsas para guardar sangre o en chupetes y biberones.

Como en tantas ocasiones la contaminación nos entra por la boca. Sí, mediante la alimentación, cargada de pesticidas y otras químicos tóxicos. Es interesante leer el informe Comida disruptora, muy bien presentado y con datos concretos para buscar alternativas cotidianas.

Con acierto, en el reportaje de El Confidencial se afirma que aunque cada vez hay mayor evidencia de los daños de estos tóxicos las investigaciones chocan con industrias como la química o la alimentaria. Yo añadiría otra que es prima hermana de las primeras, la farmacéutica.

Las dos primeras pueden temer que una regulación más estricta de los tóxicos cotidianos les haga perder cuota de mercado pero la otra es que en muchos casos se beneficia de la medicación de enfermedades producidas por sus propios productos.

Estoy pensando por ejemplo en que otra dolencia al alza, la endometriosis, está relacionada con los pesticidas, que como explicamos son estrogénicos. Pues bien hay industrias como Bayer que al tiempo que producen pesticidas fabrican medicamentos para la endometriosis.

Cada cual que lo interprete como quiera.