Proteínas a la vista
No miento, la autorización canadiense a la producción industrial de huevos de salmón transgénico es una buena noticia. Sí, porque la sensibilidad de la ciudadanía ante los malabares genéticos de la industria alimentaria es de claro rechazo y, no solo no aceptará este salmón diseñado bajo el espíritu neoliberal del crecimiento acelerado, sino que permitirá conocer los impactos del salmón de piscifactoría que ya tenemos en todos los congeladores de todos los supermercados.
Son salmones engordados en jaulas marinas, muchas en el Sur de Chile, contaminando mares previamente privatizados, responsables de una grave ‘éxodo proteínico’: cada kilogramo de estos salmones cautivos exportados a Europa, Japón y EEUU representan al menos 3 kilogramos de las sardinas o anchoas necesarias para su engorde, que ya no serán ni sustento ni alimentación de la población local. Ahora llega un disparate transgénico para favorecer un insensato negocio.
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