¿Qué hará Joe Biden contra el cambio climático?

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La victoria de Joe Biden significará que Estados Unidos recupere su liderazgo ante el cambio climático.

Se ha comprometido a presentar en sus cien primeros días un plan para “descarbonizar” el sector energético.

Un alivio para el planeta. Así podemos resumir el resultado de las elecciones norteamericanas y la derrota en las urnas de Donald Trump. “Un buen día para Filadefia, un gran día para el mundo”, en palabras de Charles Patton, un sindicalista que se echó a la calles como miles de americanos para celebrar el cambio de guardia en la Casa Blanca.

Trump pasará a la historia como el presidente que dinamitó el multilateralismo e intentó frenar la acción ante el cambio climático. No solo sacó a Estados Unidos del Acuerdo de París, de espaldas a la comunidad internacional, sino que en su propio país dio marcha atrás a más de 160 regulaciones ambientales: de la contaminación del aire a la calidad de agua, sin olvidarnos de su adversión a las energías renovables, el impulso al “fracking” y su declaración de “nueva era del carbón”.

Durante sus cuatro años de mandato, Trump no solo dio marchar atrás a los avances de la era Obama, sino que desmanteló prácticamente la Agencia de Medio Ambiente (EPA) creada hace medio siglo por otro presidente republicano, Richard Nixon, bastante más sensible al medio ambiente a pesar del Watergate.

Y ahora las buenas noticias: Joe Biden puede revertir todo el daño causado por Donald Trump a golpe de órdenes ejecutivas y en poco tiempo. Empezando, por la salida del Acuerdo de París que se produjo de hecho un día de después de la elecciones -el 4 de noviembre- más de tres años después de que Trump anunciara la renuncia al tratado.

Biden podría adherirse de nuevo al poco de tomar posesión el 20 de enero: la vuelta sería oficial se podría en apenas un mes. Estados Unidos, responsable del 15% de las emisiones mundiales, volvería a unirse así al club de 195 países y dejaría en una posición muy comprometida a naciones como Brasil, Australia y Arabia Saudita, alineadas con Trump en la trinchera de los negacionistas.

La propuesta de Biden será reducir en los próximos 30 años el equivalente a 75 gigatoneladas de emisiones de CO2. Según cálculos de Climate Action Tracker, esta medida bastaría para evitar la subida de las temperaturas en 0,1 grados, insuficiente por sí misma, pero esperanzadora si es replicada por otros países.

Los compromisos de China y Estados Unidos, los dos mayores emisores del planeta, podrían equivaler el 25% al 40% de esfuerzo total necesario para no rebasar el “límite deseable” de 1,5 grados del aumento global de las temperaturas. El reciente voto del Parlamento Europeo para reducir las emisiones un 60% en el 2030 y el compromiso de China de alcanzar la neutralidad de carbono antes del 2060 hace albergar esperanzas sobre un renovado impulso mundial.

Con Estados Unidos recuperando su liderazgo ante el cambio climático, el 2021 podría ser definitivamene el año de la acción, con la COP26 de Glasgow en el horizonte y siempre que el Coronavirus no frustre de nuevo los planes. Durante la campaña, Biden se ha subido a la ola de la “recuperación verde” como respuesta a la crisis creada por la pandemia, con una inversión 1,7 billones de dólares.

El demócrata se ha comprometido a presentar en sus cien primeros días un plan de cambio climático con la meta de “descarbonizar” el sector energético en el 2035 y llegar a la neutralidad de carbono en el 2050. El impulso de las grandes ciudades americanas y de estados como California, Arizona u Oregón han permitido el avance de la energía eólica y solar en los últimos cuatro años y a pesar del impulso renovado de Donald Trump a los combustibles fósiles.

Biden no planea renunciar de momento al “fracking”, herencia de la era Obama, por considerarlo como una tecnología de “transición”. El futuro inquilino de la Casa Blanca quiere sin embargo dar un espaldarazo definitivo a la electrificación de la flota de transporte. El demócrata quiere además recuperar el papel de liderazgo mundial integrando el cambio climático como parte de su “estrategia de seguridad internacional” y dando un papel relevante a los científicos.

“La Administración Trump se ha dedicado a sabotear la ciencia, a denigrar a los científicos e intentar y a intentar convencer a la gente de que no es real lo que está ocurriendo delante de sus propios ojos ”, denuncia Gina McCarthy, ex directora de la Agencia de Medio Ambiente, totalmente devaluada durante el mandato de Trump.

Biden puso el cambio climático entre las prioridades de su agenda en su primer discurso tras el triunfo electoral, aunque lo cierte es que tendrá que sortear grandes osbtáculos, ya que los republicanos podrían seguir teniendo la llave del Senado. Alguna de sus iniciativas podrían enfrentarse también a acciones legales que podrían acabar llegar hasta el Tribunal Supremo, donde la mayoría de jueces conservadores podría servir como freno.

Tan importante como los nuevos compromisos que adquiera en el futuro Joe Biden, es sin duda el efecto multiplicador que puede tener la Administración norteamericana, que vuelve a subirse en el mismo barco que el resto del mundo después de estos cuatro años de peligrosa cabalgada solitaria por un planeta en crisis.

¿El fin del “trumpismo”?

Perdió Trump, pero no podemos engañarnos: el trumpismo sobrevive. Joe Biden puede ser el candidato presidencial con más votos en la historias (más de 74 millones), pero Donald Trump ha sido el segundo (más de 70 millones). Pese al júbilo vivido estos días en las calles de las grandes ciudades norteamericanas, no podemos olvidarnos de que casi la mitad del país votó por el presidente populista que ha creado escuela y va a seguir ejerciendo su influencia de una manera u otra.

Fueron unos días vividos desde dentro con gran intensidad, desde la victoria prematura de Trump e Florida al desquite de Biden en Pensilvania, en ese pulso histórico que suelen librar los dos estados emblemáticos en el cómputo indirecto de los “votos electorales” que complican aún más el desenlace final.

Casi 150 millones de norteamericanos votaron antes o durante la jornada electoral del 3 de noviembre, y dos terceras partes lo hiciero por adelantado o por correo, el argumento usado por Trump para alegar “fraude” electoral. Con su habitual desdén ,el presidente republicano se encontraba jugando al golf en uno de sus muchos campos (esta vez en Virginia) cuando medio país celebró la victoria e Biden al cabo de casi cautro días de agonizantes recuentos.

La transición será dura, y Trump se lo pondrá difícil en los dos próximos meses, pero todo hace pensar que el 2021 empezará definitivamente con vientos de renovación y esperanza a pesar de la pandemia. Falta hace.