Normativa internacional para regular el mercurio, un metal muy tóxico
En la Convención de Minamata se han establecido normas obligatorias y voluntarias destinadas a controlar la contaminación por mercurio.
Se ha aprobado finalmente una nueva normativa internacional que regulará el mercurio, un metal muy tóxico y bioacumulativo. El nuevo tratado, Convención de Minamata, es una mezcla de normas obligatorias y voluntarias destinadas a controlar la contaminación por mercurio.
El mercurio es un metal extremadamente volátil que puede ser transportado a grandes distancias una vez se ha emitido a la atmósfera. Se transforma en metilmercurio, una potente neurotoxina, que se acumula en los peces y en los animales y los humanos que los consumen. Cuando es ingerido por mujeres embarazadas, el metilmercurio atraviesa la placenta y se acumula en el cerebro y el sistema nervioso central del feto en desarrollo. Incluso cantidades relativamente despreciables pueden producir serios retrasos motores o de comunicación. Causa daños en el sistema nervioso, en las tiroides, los riñones, los pulmones, el sistema inmunológico, los ojos, las encías y la piel. El mercurio nunca desaparece del medio ambiente, por lo que la contaminación de hoy seguirá siendo un problema en el futuro.
Con esta normativa, se reducirá el comercio, se prohibe la minería primaria de mercurio y se elimina este tóxico en la mayoría de los productos que lo contienen, como termómetros, aparatos de medición y baterías. El tratado también se ocupa de la extracción de oro artesanal y en pequeña escala (ASGM en sus siglas en inglés), que es la mayor fuente de emisiones actualmente en el mundo. Las pequeñas explotaciones mineras de oro contribuyen al 35 por ciento de la emisión global de mercurio (sustancia usada para limpiar el preciado metal dorado), unas 727 toneladas anuales.
Asociaciones pertenecientes al Grupo de Trabajo Mercurio Cero, entre las que se halla Ecologistas en Acción, han mostrado por una parte su alegría por esta nueva normativa pero también su preocupación por que el tratado no llegue lo suficientemente lejos ni lo suficientemente rápido para hacer frente a la espiral creciente de riesgos para la salud humana por la exposición al mercurio.
"La adopción de un acuerdo jurídico mundial sobre el mercurio es un gran logro", ha declarado Michael T. Bender, del Grupo Trabajo Mercurio Cero. "Sin embargo, el instrumento se ve obstaculizado por los débiles controles sobre las emisiones de mercurio de las fuentes más importantes, como las centrales eléctricas de carbón." Por ejemplo, las nuevas instalaciones no deberán tener controles de contaminación por mercurio hasta cinco años después de que el tratado entre en vigor, mientras que para las instalaciones existentes pasarán 10 años antes de que comiencen a controlar sus emisiones.
El Grupo de Trabajo Mercurio Cero espera con interés la aplicación del tratado, que debe ser ratificado por los Estados para que entre en vigor, y que supondrá un verdadero desafío para los gobiernos, especialmente en los países en desarrollo y menos desarrollados. La Convención de Minamata, a pesar de sus defectos, representa una oportunidad real de trabajar hacia la reducción significativa del mercurio a nivel mundial.
Fuente: Ecologistas en Acción