Luces y sombras de la COP27

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Acaba la cumbre con el acuerdo de establecer un fondo de compensación de pérdidas y daños por el cambio climático. 

Los científicos y activistas se sienten frustrados por la falta de ambición para eliminar los combustibles fósiles.

Avance histórico hacia la justicia climática, pero estancamiento en la lucha por la reducción de emisiones y el aumento máximo de las temperaturas de 1,5 grados. Esa fue al final la conclusión ambivalente de la COP27, salvada por los compromisos de última hora pese a las acusaciones de  obstruccionismo a la presidencia egipcia, que estuvo a punto de hacer naufragar la cumbre y dejó al final un sabor agridulce en Sharm El Sheij. 

El secretario general de la ONU, António Guterres, celebró el acuerdo histórico para la creación de un fondo de "pérdidas y daños" para los países en desarrollo como "una señal política muy necesaria para reconstruir la confianza rota". "Pero el mundo necesita aún un salto de gigante en la ambición climática", recalcó Guterres. "Una drástica reducción de emisiones es la única respuestas a la crisis que amenaza con borrar del mapa a los países-isla o convertir toda Africa en un desierto".

Con su habitual flema, el ministro de Asuntos Exteriores egipcio y presidente de la COP27 Sameh Shoukry barrió al final para casa, ajeno al aluvión de críticas por las deficiente organización de la cumbre. "Hemos estado a la altura de la ocasión y hemos trabajado día y noche", recalcó Shoukry en la madrugada del domingo, tras el último plenario maratoniano. "Al final hemos cumplido y hemos escuchado las llamadas de angustia y desesperación".

La auténtica protagonista de la noche fue la combativa ministra pakistaní del cambio climático Sherry Rehman, al frente del grupo G77, que se ganó el aplauso unánime del pleno en el momento de celebrar la creación del fondo de "pérdidas y daños" que llevaban reclamando los países en desarrollo desde hace décadas:  "Esto no supone aceptar donaciones caritativas. Este es un desembolso inicial para invertir en nuestro futuro y en la justicia climática".

Molwyn Joseph, ministro de medio ambiente de Antigua y Bermuda y preside de la asociación de países-isla (AOSIS), expresó también su satisfacción por la creación del fondo: "Misión cumplida al cabo de treinta años. Hemos agotado todos los esfuerzos para dar la protección que tan desesperadamente necesita la gente en nuestros países. Todo el mundo sale ganando con lo acordado en la COP27. Después del dolor, ha venido el progreso".

"Nos hemos quedado cortos", fue sin embargo la conclusión del vicepresidente ejecutivo de la Comisión Europea, Frans Timmermans, que llegó inlcuso a amenazar con abandonar la negociaciones. "El lenguaje sobre el aumento máximo de las tempertaturas de 1,5 grados es demasiado débil", dijo Timmemans. "Estamos decepcionados por haber podido consegir más".

India y la UE llegaron a apoyar la introducción en el texto final de un compromiso para la "reducción progresiva de los combustibles fósiles", pero Rusia y Arabia Saudí se plegaron al final y advirtieron que cualquier referencia al gas y al petróleo supondría para ellos una línea roja. Tampoco cuajó al final la propuesta del ex presidente de la COP26, el británico Alok Sharma, para introducir una cláusula fijando el "pico" de emisiones en el 2025.

"Esta COP ha causado muchas y profundas frustraciones, pero al final ha supuesto un paso adelante muy significativo para los países vulnerables", declaró por su parte Laurece Tubiana, una de las artífices del Acuerdo de París, al frente de la Fundación Europea para el Clima. "El fondo de pérdidas y daños era un sueño incumplido y a final será una realidad en el 2023. Pero la influencia de los petroestados ha sido muy palpable en Egipto, en un ambiente de intimidación a los activistas, y esta tendencia no puede seguir en la COP28 en los Emiratos Arabes Unidos".

"Los gobiernos se han quedado a medias entre el avance sobre justicia climática y la falta de acción ante la emergencia climática", fue la conclusión del ex eurodiputado Florent Marcellesi, coportavoz de Verdes Equo. "Se ha dado un paso muy importante con la creación del fondo, pero es altamente preocupante que no se haya aumentado la ambición climática, debido sobre todo al bloqueo de los países petroleros y de Rusia".

Esto son en cualquier caso los principales avances y "ausencias" contenidos en el acuerdo final de la COP27 que por momentos pareció imposible, con el trasfondo de la crisis energética y de la guerra de Ucrania...

  • Fondo de pérdidas y daños. Era desde 1992 el caballo de batalla de los países en desarrollo, que se enfrentaban a la negativa de los países industrializados a la idea de pagar "reparaciones" por el impacto de sus emisiones. El tema "tabú" se incluyó por primera vez en la agenda de una cumbre del clima y fue la principal reinvidicación de los países africanos, aprovechando que jugaban en casa. La UE rompió la baraja el viernes con su disposición a la creación del fondo, Estados Unidos lo acabó apoyando y China puso objeciones por la redacción inicial, matizada luego con la "prioridad a los países más vulnerables", pero sin dejar a ninguno fuera. El objetivo de llegar a los 100.000 millones de dólares al año de financiación de la mitigación y adaptación al cambio climático quedó en segundo plano, con la esperanza de poder alcanzarse en el 2023. 
  • 1,5 grados. El compromiso alcanzado en París y reforzado en Glasgow para mantener vivo el objetivo de un aumento máximo de las temperaturas de 1,5 grados acabó siendo el segundo punto de litigio y estuvo a punto de frustrar la cumbre. Varios países presionaron para debilitar e incluso suprimir ese objetivo del texto final. Al final se mantuvo pero sin referencias más severas a los que dice la ciencia sobre el impacto que tendría superar ese límite.
  • Emisiones. Tan solo 26 países revisaron desde Glasgow sus contribuciones determinadas a nivel nacional (NDC, por sus siglas en inglés) a tiempo la COP27. Durante la cumbre, el mayor anuncio (criticado sin embargo como "insuficiente" por los grupos ecologistas) fue el protagonizado por la UE, que sube el listón del 55% de reducción de emisiones al 57% en el 2030. La idea de fijar un pico de emisiones en el 2025 -a la luz del nuevo récord que se fijará en el 2022- cobró tracción en la última semana y volerá a estar presente en al COP28.
  • Diálogo Estados Unidos-China. Uno de los resultados colaterales de la cumbre ha sido la vuelta al "diálogo constructivo" entre Washington y Pekín, roto por la tensiones sobre Taiwan. El negociador chino Xie Zhenhua ha jugado un papel bastante constructivo en la cumbre y ha rescatado su viejos lazos con el embajador norteamericano John Kerry. Ambos se han comprometido a seguir teniendo encuentros y a colaborar estrechamente en temas como la captura de carbono y la reducción de las emisiones de metano.
  • Los combustibles fósiles. Más de 600 lobistas de la industria del gas y del petróleo fijaron un nuevo récord en la COP27. Los "combustibles fósiles" volvieron a ser elefante en la habitación. El intento de un compromiso para su "reducción progresiva" (como se hizo en Glasgow con el carbón) cayó en saco roto, aunque volverá a estar inevitablemente sobre la mesa en las furutas Copss.

La cumbre de la represión

La COP27 ha sido una las conferencias más represivas en la historias de la cumbre del clima, en medio del estado policial de Al Sisi. Las protestas "no autorizadas" estuvieron prohibidoas tanto dentro como fuera de la así llamada "zona azul" de la ONU. Decenas de miembros trajeados de los servicios de inteligencia (Mukhabarat) vigilaron los movimientos de los activistas y estuvieron apostados cada cien metros en los alrededores del Tonino Lamborghini Center y vigilando incluso en los desmontes del desierto. La presencia de la policía militar, con verdugos y fusiles de asalto, marcaron día y noche la curva de entrada en al cumbre.

La conferencia discurrió en una ambiente de "opresión oculta" que se hizo ostensible desde la primera semana, con las retirada de los carteles que recordaban la huelga de hambre del bloguero Alaa Abd el-Fattah, símbolo de la primavera árabe y uno de los 60.000 presos políticos entre rejas. La cuestión de los derechos humanos creó de entrada una gran división entre los grupos ecologistas. Las pancartas con cualquier tipo de protesta no duraron más de dos horas en su sutio.

Cuatro activistas indígenas norteamericanos fueron detenidos en el único incidente destacable, al ulular durante la intervención de Joe Biden. "Big Wind", Jacob Johns, Jamie Wefald y Angela Zhong fueron sacados en volandas y pudieron volver a pisar la cumbre. La misma suerte corrieron dos activistas ucranianos que interrumpieron u acto de la delegación rusa a los gritos de "Rusia, culpable de crímenes de guerra".

Greta Thunberg denunció desde lejos la COP27 como un "un foro de blanqueo ecológico". Su amiga y activista ugandea Vanessa Nakate sí estuvo por una razón de peso: "La COP27 estaba llamada a ser la COP africana, pero las necesidades de la gente de Africa se han sido atendidas, aunque el fondo de "pérdidas y daños" es algo que ya nadie pude ignorar. Los jóvenes hemos sido en cualquier caso silenciados por las restricciones a las protestas, pero nuestro movimiento sigue creciendo".

Como contrapunto, la cumbre de Egipto fue la primera en albergar Pabellón de los Jóvenes y los niños, con la activista pakistaní Ayisha Siddiqa, de 23 años, compartiendo honores con el secretario general de la ONU, António Guterres. Aun así, la presencia y el "input" de las ONGs y de la sociedad civil fue notoriamente menor que en todas las cumbres recientes.

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