Grupos de consumo ecológico, la alternativa

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Cada vez hay más cooperativas y grupos de consumo ecológico que permiten a sus socios conseguir productos sanos a buen precio.

Cooperativas de consumo ecológico

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Cómo crear un grupo de consumo eco

Formar parte de un grupo o cooperativa de consumo de alimentos ecológicos es una manera de conseguir productos sanos a buen precio. Además, permite estrechar lazos de colaboración entre vecinos y ayudar a que los agricultores puedan ganarse la vida sin perjudicar su salud ni la nuestra. Francisco José Torres Ruiz, de la Universidad de Jaén, considera que este consumo tiene un alto componente social, ya que el consumidor se muestra preocupado por la despoblación de zonas rurales, “por retribuir a los agricultores, con cierta justicia, sus esfuerzos, y todo este componente social es el plus añadido y simbólico que tiene el producto ecológico, es decir, social y medio ambiental”. También es una forma contrarrestar el excesivo poder de las grandes distribuidoras de la alimentación.

Estas asociaciones revitalizan las huertas cercanas a sus ciudades, apoyan la cultura rural y mejoran su relación con el entorno con un mayor conocimiento de los alimentos

Pese a que se suele pensar lo contrario, los alimentos ecológicos no son caros. Pero, además, la preferencia por lo ecológico es más un asunto de cultura, información y conciencia que de bolsillo. Segundo, la ecología está estrechamente vinculada a los movimientos en favor de la transformación social y, tercero, y muy importante, los alimentos ecológicos no se adquieren solamente en las tiendas y supermercados. Muchos consumidores conscientes se agrupan en cooperativas o bien en asociacioens dee consumo que adquieren lo que necesitan a los distribuidores o directamente a los agricultores y al por mayor, ahorrándose de esta forma todos o una gran parte de los intermediarios. A cambio, asumen el trabajo de realizar los contactos y de gestionar el reparto de los alimentos.

Cada vez hay más cooperativas y funcionan mejor. Sus socios buscan productos sanos, pero consiguen mucho más: revitalizan las huertas cercanas a sus ciudades, apoyan la cultura rural y, sobre todo, mejoran su relación con el entorno a través de un mayor conocimiento de los alimentos. Los socios de cooperativas como La Ortiga o Germinal saben perfectamente en qué mes comienza a haber naranjas o fresas; son conscientes del efecto del clima sobre la producción y conocen a la perfección las variedades locales de frutas y hortalizas. Y aunque estos grupos adquieren principalmente alimentos de temporada, también es posible comprar conservas, legumbres, harinas, miel, aceite, jabones cien por cien naturales, papel higiénico reciclado o incluso libros.

Cómo funcionan

Las cooperativas siguen un funcionamiento similar. Unas cuantas familias del barrio o pueblo se organizan en torno a un pequeño local propio, alquilado o prestado, donde reciben los alimentos directamente de los productores. En muchas ocasiones, el propio agricultor forma parte de la cooperativa, con lo que la implicación es mayor.

Por motivos sociales y ambientales, la preferencia por lo local forma parte de la filosofía de los grupos de consumo ecológico

La cantidad de núcleos familiares no suele ser superior a 50 para facilitar las tareas, y los miembros se reparten la responsabilidad de comprar y gestionar los pedidos, mantener el local, la contabilidad y los contactos con otros grupos afines. Algunas, como Almocafre, en Córdoba, ante la creciente demanda de una comida que no haya sido tratada con productos tóxicos, han decidido abrir tienda y abastecer a clientes que no son socios.

Por motivos sociales y ambientales, la preferencia por lo local forma parte de la filosofía de los grupos de consumo ecológico. Aunque posea el aval "orgánico", un producto no es ecológico si tiene que recorrer miles de kilómetros, porque el transporte utilizado deja un rastro de contaminación y consume mucha energía, además de que, en el caso de los productos frescos, se habrán recogido mucho antes de su punto óptimo de maduración para que puedan recorrer esas largas distancias.

También se evita que en la producción intervenga mano de obra explotada y no se colabora con empresas que no sean coherentes. Así, en las cooperativas no suelen encontrarse las marcas legalmente ecológicas de multinacionales que también producen, por ejemplo, alimentos transgénicos a través de filiales o que vendan pesticidas u otros productos tóxicos.

Cómo crear una cooperativa o un grupo de consumo agroecológico

La organización SodePaz ha puesto en marcha una excelente iniciatava para conseguir conectar productores con consumidores, y a la vez facilitar que la gente pueda crear o encontrar un grupo al que adherirse. Se llama Grupo a Grupo y te explicamos en qué consiste en el artículo "Conectar gente para un consumo ecológico".
Si se tiene iniciativa y algunos amigos ya concienciados sobre las ventajas de las redes asociativas y el consumo ecológico, se puede crear una cooperativa. En la guía práctica "Cómo crear un grupo de consumo", te explicamos los pasos básicos para empezar esta satisfactoria aventura y las tareas que conlleva.

Directamente del productor

Es frecuente que las cooperativas lleguen a algún tipo de acuerdo con los agricultores. Haciendo una compra más grande cada semana, consiguen reducir los precios, al tiempo que se garantiza al agricultor una salida estable para sus productos. Y es que, a pesar de que la población española podría beneficiarse de vivir entre huertas, entre el 80 y el 85 por ciento de la producción ecológica se exporta.

La magia del grupo funciona en las cooperativas, ya que sus beneficios van más allá de lo económico

En cualquier caso, los grupos nunca obligan al agricultor a que baje los precios, por lo que éste obtiene los mismos ingresos que si vendiera su producción a una gran distribuidora. La diferencia es que los acuerdos entre agricultores y clientes se basan en la mutua satisfacción, sin necesidad de pagar a intermediarios, como ocurre en el comercio convencional, donde éstos se reparten hasta tres de cada cuatro céntimos aportados por el consumidor final, según la Coordinadora Estatal de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG).

Para ahorrarse este gasto innecesario, el grupo madrileño Karakoleka se puso de acuerdo –mediante la Coordinadora de Grupos de Consumo Agroecológico de Madrid– con otras ocho asociaciones de la capital para comprar en la comarca de La Vera, en Cáceres. Juntos también negocian la compra a un lechero cántabro o el aceite en una almazara de Toledo. Éste es el modelo que se ha llamado “agricultura de responsabilidad compartida” o “agricultura sostenida comunitariamente”.[pagebreak]

Otro punto a favor de los grupos de consumo es que favorecen la subsistencia de terrenos de cultivo en el entorno inmediato de las grandes ciudades y dentro de ellas. Los agricultores que trabajan con Can Perol llevan directamente sus frutas y verduras desde el árbol o el huerto al local de la cooperativa a pocos kilómetros de distancia del centro de Barcelona sin pasar por almacenes ni cámaras de frío. Otra opción es la que plantean desde Bajo el Asfalto está la Huerta (BAH!), una iniciativa que lleva la lógica de la colaboración y la autogestión hasta sus últimas consecuencias: los consumidores se convierten en productores de los alimentos y buscan las tierras donde cultivarlos. Es la idea de cooperativa autogestionada de agroecología, aunque en la práctica sigue habiendo agricultores profesionales y consumidores de ciudad. De todos modos, éstos siempre tienen la oportunidad de acercarse a la huerta los domingos y echar una mano.

La magia del grupo funciona en las cooperativas, ya que sus beneficios van más allá de lo económico. Sólo hay que ver cómo se modifican los hábitos dietéticos de una familia en cuanto se hace socia. De pronto, se multiplica la variedad de alimentos sanos y de calidad que cada día tiene a disposición para elaborar los platos, y todo al mismo precio o menor que cuando esa misma familia compraba en el supermercado productos adulterados que venían desde todas partes del mundo envueltos en plástico. Por otra parte, el contacto amistoso con agricultores cercanos permite en muchos casos pisar el huerto donde crecen los alimentos, acariciar las vacas o ver de cerca las gallinas. 

Una larga experiencia

Los pioneros del movimiento cooperativista comenzaron en Europa en los años 70 con el sueño de hacer posible el acceso general a los alimentos ecológicos. La idea se basaba en valores como el trabajo voluntario, colaborativo y democrático que configuraban un modelo alternativo al capitalismo individualista que mercantiliza todos los aspectos de la vida. La idea se extendió y llegó a España hace casi 20 años. Concretamente, la primera cooperativa de consumo de productos ecobiológicos catalana, Germinal, nació en 1993 en el popular barrio de Sants de Barcelona. En el año 2000 había unas diez cooperativas y, en la actualidad, ya son más de noventa, sumando un total de 2.880 unidades de consumo. De éstas, un 86% se encuentran en la provincia de Barcelona y un 46% en la capital catalana.

Modelo con futuro

La propuesta de las cooperativas encaja a la perfección con la actual lucha contra el cambio climático y la crisis económica. La compra en grupo reduce la generación de basura y las emisiones de gases con efecto invernadero debidas al tranporte de larga distancia o a la fabricación de los envases, dado que en las cooperativas se vende a granel y cada uno recoge su parte en bolsas de tela, cestas y cajas.

Por otra parte, es la gran alternativa al poder de las multinacionales alimentarias y de las entidades financieras que se benefician de todos los movimientos de dinero y que controlan buena parte de la economía. Por otro lado, las cooperativas se han convertido en protagonistas de una rebelión silenciosa contra el actual sistema de cultivo, distribución y consumo. De hecho, el objetivo declarado de una parte de los nuevos socios es no volver a pisar un supermercado, donde la cesta de la compra globalizada puede reunir manzanas de China, peras de Chile o pescado de Escocia, todo adobado con plaguicidas, colorantes y otros aditivos. Muchas cooperativas desempeñan, además, una labor divulgadora de las ventajas de la alimentación ecológica y del estilo de vida sostenible en general organizando charlas en colegios, ayuntamientos y centros cívicos.

Direcciones y enlaces de interés

La red de cooperativas y grupos de consumo agroecológico es amplia y diversa en todo el territorio español. Ofrecemos un listado de las que tienen más experiencia y son más activas. No es ni mucho menos una lista exhaustiva, porque donde haya gente inquieta y concienciada con respecto al consumo de alimentos sanos y justos, puede haber un grupo de ecoconsumo. Sin embargo, las más activas ofrecen en sus webs o blogs enlaces de otros grupos en su comunidad e incluso de toda España que pueden consultar las personas interesadas.
Confederación Española de Cooperativas de Consumidores y Usuarios:
Cuenta con un directorio de 167 cooperativas, asociaciones y grupos de consumo de productos ecológicos.
La web EcoAgricultor dispone de un amplio listado de grupos de consumo de toda España

CATALUÑA
Ecoconsum
:
Nace en los años 80 agrupando a tres cooperativas Ecoconsum –El Brot de Reus, Germinal de Barcelona y El Rebost de Girona–, diversas asociaciones de consumidores y algunos grupos de consumidores no legalitzados. Actualmente está formado por 20 grupos de consumo y en crecimiento constante. Incluye listado de las cooperativas y grupos de ecoconsumo. Muchos de ellos carencen de web y en algunos casos no contestan el correo, así que recomendamos acercarse al lugar o bien ponerse en conctacto a través de Ecoconsum.

MADRID
La Red Agroecológica de Lavapiés (RAL):
Uno de sus componentes escribe este blog actualizado. Con un completo listado de cooperativas y grupos de consumo y otros proyectos afines en Madrid. Ofrece también links de iniciativas de interés de toda España, incluidos grupos de ecoconsumo.
ConSuma responsabilidad. Guía de consumo responsable y solidario en la Comunidad de Madrid
: Aporta un directorio amplio. En su apartado "Ecología", podemos encontrar la mayor parte de estos grupos de compra bio, como las ya muy extendidas Bajo el Asfalto está la Huerta (BAH!) o Ecosol.

ANDALUCÍA

Federación Andaluza de Consumidores y Productores Ecológicos (FACPE): Es una red de asociaciones y cooperativas de consumidores y productores de productos ecológicos y artesanales que promoconaq y fomenta el consumo ecológico, responsable y solidario.
Almocafre:
Se inició en Córboba por iniciativa de AEDENAT (actual Ecologistas en Acción) y el ISEC (Instituto Sociológico de Estudios Campesinos). El número de socios está en torno a 180. También vende a no socios y es muy activa.
La Ortiga:
Promueve desde 1993 el consumo ecológico, responsable y solidario en Sevilla y cuenta con dos tiendas que vende también a no socios. Organiza otro tipo de actividades y es un proyecto de economía alternativa y solidaria.

NAVARRA

Landare: Con dos décadas de experiencia, realizan otra actividades relacionadas con la agricultura y la alimentación ecológica.

GALICIA
Arbore:
Cooperativa de productos ecológicos en Vigo desde 2001. Es la pionera en Galicia.

EUSKADI

BioAlai: Hasta 900 familias compran sus alimentos en esta asociación que nació en 1993. Ofrece en su web un largo listado de asociaciones de este tipo en Euskadi.

CASTILLA Y LEÓN
Ecogermen:
Además de la compra de productos ecológicos, la asociación desarrolla otras dinámicas, como charlas, debates y difusión.