El restaurante de las “sobras”

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Del contenedor a la cocina. Esa es la filosofía del restaurante Skipchen de Bristol.

Es un nuevo restaurante "antidespilfarro", una opción por la que optan tres mil comensales a la semana

Foto: Carlos Fresneda

En el Skipchen de Bristol se cuece la auténtica cocina de “fusión”. El nombre del restaurante surge precisamente de la unión de dos conceptos hasta ahora irreconciliables: el contenedor y la cocina. Porque mucho de lo que allí sirven se ha salvado milagrosamente de la basura, rescatado a tiempo por decenas de voluntarios que han decidido plantarle cara al despilfarro alimenticio en estos tiempos críticos. En el tablero de la entrada presumen de servir la auténtica “comida basura”, con perdón…

“Menú del día: pavo asado con salsa de arándanos, coliflor gratinada, estofado de judías, quinoa, ensalada de mango y mozzarella y pastel de frutas”

El original restaurante de las “sobras” se ha convertido en el gran punto de encuentro de Stokes Croft, el barrio de Bristol "bombardeado" en tiempos por el legendario Banksy. El Skipchen es el penúltimo de la original cadena de restaurantes reunidos bajo el paraguas de The Real Junk Food Project, con locales como Pay As You Feel en Leeds o Save the Date en Londres, y con ramificaciones en Manchester, Birmingham, Brighton y Newcastle.

Unos tres mil comensales se pasan todas las semanas por estos restaurantes contra el despilfarro, que rescatan a tiempo unos 10.000 kilos de comida que seguramente acabarían pudriéndose en el vertedero o alimentando a las lombrices en el compost (en el mejor de los casos).

"Aunque hubiera cinco Skipchens es cada ciudad, no estaríamos más que rasgando en la superficie del problema", reconoce Sam Joseph, 25 años y codirector del proyecto. "Lo que estamos haciendo en el fondo, es poner la patata caliente sobre la mesa. Los agricultores, los supermercados y los gobiernos locales tienen que coger ahora el testigo y hacer todo lo posible por evitar esta desastrosa situación".

"En un mundo donde más de 800 millones de personas pasan hambre a diario, no podemos permitir que el 50% de lo que se produce nunca llegue a la mesa", se lamenta Joseph, que trabajó en tiempos con Tristram Stuart, el autor de Despilfarro y fundador de Feedback. "En el Reino Unido, sin ir más lejos, hay 900.000 personas que recurren a los bancos de alimentos, mientras que arrojamos a la basura 4.300 toneladas de comida todos los años".

En el Skipchen, Sam Johnson, Rachel Haig, Katie Jarman y hasta ochenta voluntarios han fundido la experiencia acumulada por los "vokus" veganos de Berlín (donde sirven comida "rescatada" varias veces a la semana) con el original concepto de "paga como te sientas", importado del Lentils As Anything de Melbourne.

El resultado es una mezcla de cantina y comedor popular donde se dan la mano estudiantes y artistas, gente mayor y muy joven, familias enteras que viven con beneficios sociales y vecinos del barrio a los que no les llega el dinero (los clientes donan como media dos euros por comida).

"Nacimos con una misión ambiental, pero poco ha poco el proyecto ha ido cobrando una vertiente económica y social", admite Sam Joseph. "A la hora de la comida, es donde las cuestiones más vitales convergen. En apenas unos meses hemos logrado crear ya una pequeña comunidad. No somos chefs profesionales, pero quien viene repite, y ésa es una buena señal".

Carlos, un músico asturiano que llegó a Bristol hace un par de meses, reconoce que el "Skipchen" le solucionó de entrada el problema de las comidas: "Te ahorras dinero y tiempo, conoces gente interesante y encima cocinan bien. Al principio te entran dudas, no vaya a ser que la comida esté estropeada. Pero luego lo vas asimilando y te das cuenta de que no es muy distinto a cualquier restaurante".

Laura Sheckman, 35 años y madre soltera, reparte el último "crumble" de frutas entre sus dos hijos pequeños, que se relamen los labios... "Vivo de los subsidios sociales y trabajo a ratos perdidos desde casa, llevándoles la contabilidad a dos tiendas. Pero eso no da para mucho, y la verdad es que esto me supone una gran ayuda. Yo dirían que mis hijos comen ahora mejor y hasta más sano".

"Lo que más tiran los supermercados no es la comida caducada, sino muchas veces fruta y verdura que no tiene una apariencia muy lustrosa, o paquetes golpeados o rotos con productos perfectamente comestibles", volvemos con Sam Joseph. "Afortunadamente, los supermercados ya entran en la rueda y nos donan comida. Waterstone nos hizo una buena donación de pavos después de Navidad, y pudimos conservarlos en neveras antes de que se estropearan".

Reconoce Sam Jospeh que la cadena de restaurantes del Real Junk Food Project está en el borde mismo de la de legalidad y que a veces han tenido problemas con los inspectores municipales... "Pero así es como avanza la sociedad, presionando para que se legalice algo en cuanto se hace justo y necesario. La crisis ha servido para abrirnos los ojos y valorar todo lo que antes tirábamos sin más a la basura".