“El mar puede subir más de medio metro en el siglo XXI”

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El físico británico Jonathan Gregory recibe el Premio Fronteras del Conocimiento de la Fundación BBVA.

Jonathan Gregory fue experto en la física de partículas antes de convertirse en referencia mundial en el estudio del cambio climático. El científico británico de 54 años ha recibido el Premio Fronteras del Conocimiento de la Fundación BBVA -junto a la francesa Anny Cazenave y con el australiano John A. Church- por sus respectivas aportaciones que han permitido “detectar, entender y proyectar” la respuesta de los océcanos ante el calentamiento global.

Desde su doble observatorio en la Met Office y en la Universidad de Reading, Gregory advierte que el nivel del mar puede subir por encima del medio metro antes de fin de siglo si no mitigamos el impacto la acción humana.

¿Cómo fue el salto de su trabajo en el Gran Colisionador de Hadrones  a un campo tan intrincado como el del cambio climático?
La física de partículas fue mi primera gran pasión. El tiempo que pasé en Ginebra no lo cambio por nada, pero sentí la necesidad de volcarme en algo con una conexión más directa con la sociedad y con la vida diaria de la gente. Algo también en lo que pudiera marcar la diferencia individual como científico, habituado a trabajar en equipo y de una manera un tanto impersonal. Estaba también el reto de aportar algo relevante a una rama científica relativamente nueva, como es el estudio del cambio climátio.

¿En qué consiste exactamente su aportación?
Básicamente, en mejorar nuestra comprensión del pasado para poder realizar proyecciones sobre el futuro. Me he remontado 150 años, a los albores de la revolución industrial, para constatar un hecho así de simple: el ritmo de aumento del nivel del mar desde mediados del siglo XIX ha sido mayor que el ritmo medio de los dos pasados milenios… Mi contribución ha sido combinar modelos que tienen en cuenta todas las variables que influyen sobre los cambios en el nivel del mar.

Existe un consenso en que el nivel del mar ha aumentado a un ritmo de tres milímetros al año desde los años noventa. Al común de los mortales le puede parecer poco…
Tres milímetros al año puede parecer algo casi inapreciable. Pero en 25 años se traduce en más de siete centímetros, y eso es algo que no ha sucedido en los dos últimos milenios. Es más, con la progresión actual, la subida podría ser de medio metro a finales de siglo. Eso puede tener un efecto devastador para mucha gente en las zonas costeras.

Algunas proyecciones hablan de una subida de un metro…
Si no descienden las emisiones de CO2 ser podría llegar a ese escenario, que afectaría a más de 100 millones de personas. En algunos lugares se pueden construir barreras, pero otros quedarían literalmente sumergidos. Hablo de países como Bangladesh, que ya está en gran parte bajo el nivel del mar. O ciudades como Manila, que se ha estado hundiendo como Venecia, por la extracción de agua dulce. Vamos a tener muchas Venecias si no actuamos pronto. Las ciudades ricas como Roterdam tendrán dinero para defenderse. Pero países enteros, como las islas Maldivas, parecen condenados a desaparecer bajo el agua. Por eso era tan importante para ellos fijar en París el límite máximo deseable del aumento de temperaturas en 1,5 grados.

En España, el impacto se está notando en las costas…
Yo soy un hombre de tierra adentro y me he movido más a un nivel teórico. Personalmente he percibido el cambio en los glaciares. Me apasionan las caminatas por los glaciares y es asombroso ver la rapidez con la que están menguando. Pero efectivamente, no hay que ir muy lejos para notar el impacto en las costas... Un reciente estudio de la Agencia de Medio Ambiente británica advierte que algunas poblaciones costeras no pueden ser “protegidas” y pueden verse forzadas al abandono si no se reducen las emisiones y el aumento de las temperaturas sigue su curso actual. Las tormentas y los episodios de clima extremo son cada vez más virulentos y más habituales. Estos fenómenos destruyen las barreras naturales y hacen la que la costa quede más expuesta a la erosión.

Las señales son cada vez más evidentes: la temperatura está subiendo año tras año, al tiempo que suben las emisiones de gases invernadero

La última década ha sido la más calurosa jamás registrada en los océanos ¿Qué conclusiones podemos sacar?
El mar es el termómetro del cambio climático… Allí es donde va a parar casi todo el calor atrapado en la atmósfera. Y las señales son cada vez más evidentes: la temperatura está subiendo año tras año, al tiempo que suben las emisiones de gases invernadero. El mundo se está calentando de una manera inusual y el aumento del nivel del mar es una de las primeras manifestaciones.

¿Cómo se puede explicar científicamente esa conexión?
Cuando el agua se calienta, se expande, y eso es exactamente lo que está pasando con nuestros oceános. El segundo factor determinante en el aumento del nivel del mar es la desaparición del hielo. Los glaciares se retiran, la superficie helada del Ártico está menguando y la capa de hielo de la Antártida es cada vez más fina.

En el 2004 predijo que la desaparición del hielo en Groenladia podría traducirse es una subida de hasta siete metros del nivel del mar en los próximos mil años. Le llamaron alarmista…
Era una proyección a muy largo plazo, y sigue siendo igualmente válida. Una de mis pasiones son la caminatas por los glaciares, y es muy preocupante ver la rapidez a la que se está produciendo la retirada del hielo, y todos los efectos en cadena que puede ocasionar.

¿Es acaso de demasiado tarde para darle la vuelta a la situación?
La subida del nivel del mar es inevitable y se va seguir produciendo a lo largo de este siglo y los que vienen, hagamos lo que hagamos, porque la escala del calentamiento en las profundidades marinas es algo que puede tardar siglos en manifestarse. Ahora bien, esto no debería servirnos de coartada para la falta de acción. En nuestras manos está lograr que esa subida sea de medio metro o que llegue incluso a un metro, poniendo en riesgo las vidas de más de 100 millones de personas que viven en ciudades costeras. Lo que hagamos o no hagamos a la hora de reducir las emisiones puede influir en la rapidez y en la dimensión con que se manifiesta el problema. Aún estamos a tiempo de mitigar y reducir su impacto.

¿Hasta qué punto el efecto Trump ha sido un frenazo en la acción ante el cambio climático?
En Estados Unidos y en mucho otros lugares del planeta, el camino lo están marcando las ciudades, que son la primera línea de fuego del cambio climático. A título personal, muchos ciudadanos están tomando conciencia y están cambiando de hábitos (yo mismo he intentado predicar con el ejemplo instalado paneles solares y haciendo pasar mi casa por una cura de eficiencia que ha servido para ahorrarme la mitad de la factura eléctrica). Pero hacen falta medidas políticas a gran escala y metas ambiciosas”.

¿Qué le diría por último a los “escépticos” del clima que áun quedan?
A los escépticos les diría que analicen los hechos y saquen conclusiones de su propia experiencia. Es muy fácil decir que la acción humana no tiene nada que ver con el cambio climático, pero si comprobamos el aumento de las emisiones y la subida de las temperaturas en las últimas décadas veremos que hay una gran correlación. Las olas de calor, los incendios, las inundaciones y los episodios de clima extremo de los últimos años no son más que las primeras manifestaciones de lo que está pasando. El cambio climático se está cociendo a fuego lento, ésa es parte del problema. Pero sus efectos son cada vez más visibles, y afecta a cada vez más países. Las consecuencias pueden ser más dramáticas y rápidas si no actuamos.

 

Detectar y entender la repuesta de los océanos

La geofísica francesa Anny Cazenave y el oceanógrafo australiano John A. Church comparten con Jonathan Gregory el Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en la categoría de cambio climático por sus respectivas aportaciones en la medición del aumento del nivel del mar y en la identificación de la “acción humana” como el factor más importante de la aceleración experimentada desde 1970.

Cazenave y Church se dan también la mano en el último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos del Cambio Climático (IPCC) y su trabajo es de algún modo complementario con el Gregory, para poder “detectar, entender y proyectar la respuesta del nivel del mar escala global y regional” al calentamiento global.

Mediciones vía satélite

El trabajo de Anny Cazenave, a partir de las mediciones efectuadas por el satélite estadounidense TOPEX/Poseidon, ha sido vital para corregir las estimaciones anteriores, efectuadas sobre todo con mareómetros, boyas y los registros en las rocas.

“Las observaciones desde el espacio han tenido un papel fudamental”, recalca Cazenave. “Antes de la era de los satélites y de los datos de altimetría que comenzó a principios de los noventa, la única información que teníamos sobe el aumento del nivel del mar provenía de unos aparatos instalados en los puertos, que no nos decían nada sobre el océano abierto, y por lo tanto se sabía muy poco de este fenómeno”.

Rastrear las causas

El oceonógrafo John A. Church se ha volcado por su parte a rastrear las múltiples causas de la subida del nivel del mar, hasta determinar que el “factor antropogénico” es el mayor contribuyente a los cambios detectados en el último medio siglo. Con más de 150 estudios científicos a sus espaldas, su última investigación publicada hace dos años en la revista “Nature” se ha convertido en un referente mundial. “El nivel del mar está aumentando a un ritmo cada vez mayor”, advierte Church. “Si seguimos sin reducir las emisiones, podríamos sufrir un aumento hasta un metro a finales de siglo. Si tomamos medidas urgente y efectivas, podemos reducir el impacto hasta medio metro”.

“Los políticos han empezado a reconocer la importancia de lo que está pasando, pero pocos asumen el grado de urgencia con el que denemos reaccionar”, concluye el científico australiano. “En España, y en cualquier otro país con costa, es necesario planificar ya las adaptaciones al aumento del nivel del mar en el siglo XXI e incluso más allá, porque está claro que el nivel del mar no se va a detener en el 2100. Y por supuesto, tenemos que mitigar las emisiones para evitar los peores escenarios”.

“No estamos haciendo lo suficiente para combatir el cambio climático”, sentencia por su parte Anny Cazenave. “El aumento del nivel del mar es solo uno de los impactos, pero hay muchos otros, como los episodios meteorológicos extremos, cada vez más frecuentes e intensos. Tenemos que cambiar el modelo de nuestra sociedad y nuestro modo de vivir, para consumir menos combustibles fósiles. En Europa, la población es cada vez más consciente del problema, pero seguimos esperando acciones políticas concretas”.