'El estrés es el origen de muchísimas enfermedades'

10.01.2014
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Entrevistamos a Rosa Guerrero, autora de Remedios naturales para el estrés y la fatigaterapeuta especialista en naturopatía, nutrición ortomolecular y homeopatía.

Aparte de terapeuta especializada en naturopatía, nutrición ortomolecular y Homeopatía, Rosa Guerrero es, ante todo, una excelente comunicadora. Se nota que su carrera profesional empezó como licenciada en ciencias de la información. A través de sus libros y de los artículos que publica en diferentes medios de comunicación, transmite al lector sus conocimientos sobre un mundo que le apasiona: el de las terapias naturales.

El pasado año publicó dos libros en los que aborda el tratamiento desde el punto de vista de la medicina natural de dos de las patologías que afectan en mayor medida a nuestra sociedad: las alergias y el estrés. La hemos entrevistado para que nos cuente a fondo las claves para evitar y combatir el estrés con la ayuda de la medicina no convencional.

El estrés es una bestia negra para la salud que no solemos tener en cuenta cuando nos encontramos mal. ¿Son muchos los problemas de salud en los que la base original es el estrés?
El estrés es el origen de muchísimas enfermedades y a veces la medicina convencional no lo relaciona. Es típico ir al médico por un dolor de cabeza o de espalda. Empiezan a hacerte pruebas, a investigar buscando lesiones, cuando en realidad la causa de todo es el estrés, que genera una serie de hormonas que circulan por el cuerpo y alteran múltiples funciones. Esto provoca contracciones musculares, aumento de la tensión sanguínea y muchos otros problemas que surgen a largo plazo. El estrés actualmente se ha convertido en una patología crónica por el tipo de vida que llevamos. Hay que atender un montón de responsabilidades: laborales, domésticas, de familia... Y esto no solo genera la liberación de la adrenalina del estrés puntual (el que se disparaba en el hombre primitivo cuando un oso lo perseguía y le servía para salvar la vida), sino que se secreta otra hormona, el cortisol. Cuando tenemos un nivel alto de cortisol en la sangre de forma continua se altera el sistema nervioso y empiezan a aparecer diversos síntomas, no relacionados con una causa evidente, pero que te hacen ir al médico. Acaban sometiéndote a diversas pruebas, pero como las alteraciones son funcionales y no hay lesiones orgánicas, no te encuentran nada y al final te acaban diciendo: "Usted tiene estrés".

¿Cómo funciona el estrés y por qué es tan negativo?
El estrés es un mecanismo ancestral de supervivencia que desencadena en el organismo toda una serie de reacciones. Las hormonas típicas del estrés son la adrenalina y el cortisol. La adrenalina es secretada ante situaciones de estrés agudo y provoca en la persona cambios repentinos, contracción muscular, rojez en la cara, tener fuerza para combatir, para luchar o para salir huyendo. Puede llegar a causar un infarto, por ejemplo. En cambio el estrés crónico genera una hormona de liberación lenta, el cortisol, que se va segregando a niveles altos y que altera funciones orgánicas e incluso conductas... Lo normal es generar un pico de cortisol por la mañana cuando te levantas, lo que hace que nos pongamos en acción, pero luego desciende y se estabiliza durante el día hasta alcanzar los niveles más bajos por la noche, que nos permiten dormir. Cuando hay estrés crónico, se mantiene a niveles altos incluso cuando llega la noche, y de ahí viene el insomnio, la ansiedad...

¿Qué situaciones cotidianas generan estrés crónico y no somos conscientes de ellas?
Hacer más de lo que uno puede hacer. Tenemos diferentes personalidades, aptitudes, capacidades… factores que van incidir en la forma de sufrir y gestionar el estrés. Pero lo que está claro es que hoy día asumimos múltiples compromisos y queremos llegar a todo: cumplir en el trabajo, realizar las obligaciones familiares, atender a los hijos, hay gente que tiene padres mayores a quienes cuidar… y un montón de gestiones que hacer. Pero el día tiene 24 horas y, como queremos abarcarlo todo, intentamos acelerar la manera de hacer las cosas. Esta aceleración provoca que el cuerpo genere hormonas, que suba el azúcar, la tensión... Todo aumenta para que el organismo pueda atender esas demandas… y vas cumpliendo, pero llega un momento en que el cuerpo claudica. Y es entonces cuando empiezan a aparecer molestias, no sabes qué te pasa, pero no te encuentras bien. Si no se pone remedio o se tapan esas señales de alarma con fármacos, lo más probable es que, a la larga, aparezca una enfermedad con nombre y apellido...

¿Hay que gente que se estresa más por naturaleza, porque genéticamente está condicionada a estresarse más?
Exactamente. Y hablamos de tres personalidades, la A, la B y la C, según las cuales tendrás un tipo de estrés diferente. La A es la persona que enseguida se enfada, agresiva, responde mal, se pelea, el prototipo del ejecutivo agresivo. Propenso a enfermedades del corazón, hipertensión, ictus y todo ese tipo de patologías. Luego está la C, que es introvertido, el que tiene estrés pero se lo traga, no se enfrenta pero lo pasa fatal, intenta llegar a todo, pero como no llega, se acelera, se pone depresivo, triste y genera enfermedades autoinmunes, problemas de inmunidad e incluso cáncer. Es un tipo de estrés en el que te agredes a ti mismo. Y los de la personalidad tipo B, que es la del equilibro, son muy eficaces porque, aunque también sufren el estrés, lo saben gestionar muy bien.

Si no podemos cambiar las circunstancias del trabajo, ¿qué podemos hacer en el ámbito laboral para no acabar mal? 
Eres tú quien ha de cambiar. En el libro explico que hay dos formas de gestionar el estrés: prevenirlo y descargarlo. Sin duda, lo mejor es prevenirlo… pero a veces no se puede. Entonces hay que poner en práctica ciertas técnicas para liberarlo. Por ejemplo, buscar cada día un ratito, aunque solo sean 10 minutos, para respirar profundamente y relajarse, o escuchar una música que te gusta, leer un libro que te apasiona, o practicar una actividad que te permite perder el mundo de vista. Si tienes tiempo, ir al gimnasio o hacer yoga puede ayudar mucho.

La alimentación influye decisivamente en nuestro estado de ánimo. ¿Qué pautas básicas darías a las personas que se sienten estresadas?
La dieta es fundamental. Muchas personas están estresadas porque comen mal y comen mal porque están estresadas. Tienen la agenda repleta de actividades, comen un bocadillo, pican cualquier cosa y pasan con un tentempié. Esto provoca un desgaste del sistema nervioso y del organismo que hace que tengan más demandas y, por lo tanto, se genera más estrés. Por eso es muy importante que una persona que tenga una vida muy activa y una agenda laboral bastante completa intente desayunar  y comer bien. El desayuno es la comida más importante del día y tiene que contener proteínas, lípidos e hidratos de carbono. Debería incluir fruta y cereales integrales, porque tienen vitaminas del grupo B, que refuerzan el sistema nervioso y liberan la energía lentamente. La comida también es un momento para parar. Aunque tengas poco tiempo, cuando comes debes estar por la comida; no puedes estar ingiriendo alimentos y trabajando a la vez… si lo haces, la glucosa se irá al cerebro y acabarás haciendo mal la digestión. Hay que parar, comer, centrarse en la alimentación y entonces las enzimas hacen el trabajo que deben hacer. Lo peor es ir picando durante toda la jornada, porque hay gente que no come… pero pica. Esa actitud es una válvula de escape para la ansiedad, una forma de distraer los nervios, pero si le vas dando al cuerpo picos continuos de glucosa, siempre te pedirá más alimento, alterarás el metabolismo y eso no es nada recomendable.

¿Qué alimentos deberíamos eliminar de la dieta y cuáles deberíamos potenciar?
Hay que potenciar las frutas y verduras. Lo ideal es buscar algún momento del día para tomar verduras crudas y también cocidas, que son los alimentos que más equilibran el organismo. El café ya sabemos que no es lo mejor, pero no digo que haya que eliminarlo por completo… tampoco te puedes estar machacando, hay que darse algún pequeño placer porque también ayuda a disminuir el estrés. Si a uno le gusta el café, una tacita por la mañana está bien. Lo que hay que restringir al mínimo es el azúcar refinado, ya que es un ladrón de minerales que, además, deteriora mucho las células del intestino y las permeabiliza. Puntualmente no pasa nada, pero no es un alimento recomendable. Siempre hay que buscar azúcares de liberación lenta,  productos integrales, que ayudan a regular el sistema nervioso. También conviene disminuir la ingesta de carne, porque genera muchas toxinas. Y esta es una cuestión muy importante. No solo nos hemos de nutrir bien, sino que hay que depurar el organismo periódicamente. Las toxinas que genera el propio metabolismo así como las que introducimos a través de la dieta, la respiración y el contacto con el mundo que nos rodea se van acumulando y ensucian la matriz celular. Esto hace que las funciones orgánicas no se realicen correctamente, lo que acaba provocando enfermedades. Por eso tan importante es nutrir como limpiar.

¿Recomendarías a las personas estresadas que periódicamente hagan una desintoxicación?
Sin duda, una buena limpieza a partir de plantas, caldos vegetales… Hay que eliminar toxinas para que las funciones vitales puedan funcionar y las células realicen los intercambios celulares necesarios. De lo contrario la matriz celular se ensucia, no se realiza un buen intercambio y esto genera estrés celular. Este estrés que provocan las células que luchan por sobrevivir y están ahogadas en detritus varios es la base de las enfermedades. La limpieza es muy importante para encontrarte activo y con vigor. Si estás intoxicado te baja la vitalidad y la energía, no tienes ganas de hacer nada, te encuentras cansado… Es un círculo vicioso. También conviene realizar una buena quelación de metales pesados, por ejemplo, porque tenemos mucho plomo, cadmio… Si eliminamos estos metales pesados, el cuerpo puede volver a absorber los oligoelementos que necesita para poder funcionar. Las algas, sobre todo la chlorella, son uno de los mejores complementos naturales para eliminar metales pesados del organismo.

¿Cómo se enfrenta el estrés desde la medicina convencional y cómo lo hace la medicina no convencional?
Hoy en día la persona estresada va al médico y le comenta: “no me encuentro bien, estoy muy estresada, no duermo, tengo angustia, estoy triste….”  Para esto la medicina convencional tiene solo dos remedios: los ansiolíticos y los antidepresivos. Yo siempre digo que estos medicamentos son “pan para hoy y hambre para mañana”. Es como cuando el sueldo no llega a fin de mes. Tienes dos opciones: restringir  los gastos para que te llegue o buscar otras fuentes de ingresos. La medicina alopática dice “no llegas a final de mes, vamos a restringir los gastos”, y te da el típico antidepresivo recaptador de la serotonina. La serotonina es una hormona necesaria para la estabilidad del sistema nervioso, pero también interviene en otras muchas funciones del organismo. El fármaco evita que la serotonina llegue a centros receptores de las células que la necesitan para determinadas funciones que no son vitales y hace que haya más serotonina en sangre para que las células nerviosas la capten y estés más equilibrado. Es decir, privilegia a las células nerviosas en detrimento de otras células que también la necesitan en menos cantidad. Ciertamente te sientes menos deprimido, pero a la larga puedes acabar teniendo alteraciones orgánicas de otro tipo. En cambio, la medicina natural hace lo contrario: propicia la fabricación de serotonina por el propio cuerpo para cubrir todas las necesidades, las de las células nerviosas y las del resto. Yo creo que es mucho más interesante este tipo de terapia que tomar un antidepresivo o un ansiolítico. Estos fármacos  actúan directamente sobre los centros receptores de las células nerviosas, aumentado o disminuyendo su absorción. En el caso de los ansiolíticos se evita que la adrenalina o el cortisol provoquen la correspondiente reacción nerviosa,  pero estas hormonas acabarán impactando en otras células. No vas a estar nervioso, pero vas a tener otras molestias. Es mejor tomar alguna planta relajante que ayude al sistema nervioso a equilibrar su producción hormonal. También funciona muy bien la acupuntura, una técnica milenaria que ayuda canalizar esta energía acumulada. 

¿Qué plantas pueden resultarnos útiles en caso de padecer estrés?
Depende de los síntomas. La valeriana relaja y también ayuda a conciliar el sueño. Para el insomnio tenemos el lúpulo, la amapola o la flor del naranjo amargo, menos conocida pero muy efectiva. Unas gotitas de cualquiera de estas tres plantas antes de ir a dormir ayudan a relajar el sistema nervioso. Para la ansiedad diurna existen diversas opciones, en función de la forma de ser de cada persona. Hay quien necesita ginseng, eleuterococo o rhodiola, plantas adaptógenas que potencian la respuesta interna frente a las demandas del medio externo. Es cierto que energetizan, pero a veces el estrés viene provocado por una falta de respuesta del organismo. Luego tenemos plantas como el hipérico, muy efectivo para levantar la moral a quienes el estrés les provoca depresión. Está el sauce, que ayuda a dormir mejor a las personas que padecen dolores musculares o reumáticos, mientras que el espino blanco es ideal para quienes el estrés les provoca palpitaciones, arritmias o hipertensión. También tenemos los aceites esenciales, muy indicados sobre todo en niños. Unas gotitas de lavanda en la almohada pueden ayudar a los pequeños de la casa a dormir mejor y unas gotas en el baño relajan el sistema nervioso y ayudan a conciliar el sueño.

En tu libro hablas también de la importancia de los complementos ortomoleculares para equilibrar el sistema nervioso. ¿Cómo funcionan?
La terapia ortomolecular se basa en dar al organismo una serie de nutrientes en cantidades muy por encima de la RDA (Dosis Diaria Recomendada). Hay colectivos médicos que están en contra porque dicen que no es adecuado dar productos por encima de la RDA, pero está comprobado que algunos organismos no asimilan bien todos los nutrientes de los alimentos y, por lo tanto, tienen subcarencias. La mayoría de las veces se trata de una cuestión genética del propio individuo, que tiene pocas enzimas para procesar aquel nutriente. Las personas estresadas consumen mucho magnesio y su organismo necesita más cantidad del que obtienen a través de la dieta. Esto provoca nerviosismo y muchas otras patologías como calambres, dolores de cabeza, contracturas… Son síntomas de subdéficits. En este caso, si das un suplemento de magnesio y vitamina B, que no es contraproducente porque el cuerpo elimina lo que no asimila, se alcanzan  esos niveles básicos que las células necesitan para funcionar correctamente.

La homeopatía es una de las terapias que mejor funciona en casos de ansiedad. Cuando uno padece estrés o ansiedad y quiere tratarlo con homeopatía debe acudir a un profesional para que pueda identificar de dónde viene el problema y tratarlo de fondo. Partiendo de esa base, ¿hay algún remedio que puedas recomendarnos para situaciones puntuales de ansiedad?
La homeopatía trabaja fundamentalmente con dos tipos de remedios: los agudos y los de fondo (o terreno). Para tratar temas relacionados con la personalidad  hay que hacer un estudio y dar el remedio de terreno adecuado. Luego, hay remedios para situaciones puntuales que funcionan muy bien. Dependiendo de los síntomas, daremos uno u otro. Por ejemplo, para un estrés provocado por un impacto emocional, como la muerte de la pareja --que es uno de los factores más estresantes-- la Ignatia ayuda a procesar la pena y a no sufrirla de forma que te desequilibre; el Aconitum mitiga muchísimo los efectos estresantes de un susto puntual; la Chamomilla palía el dolor físico y la Staphysagria la rabia que surge cuando se es víctima de una injusticia. Gelsemium puede ir bien para afrontar situaciones que nos provocan miedo, como por ejemplo un examen; y para quienes siempre van acelerados por la vida les recomiendo algunas tomas de Argentum nitricum. Todos estos serían remedios adecuados para un estrés agudo y puntual. Después habría que estudiar muy bien a la persona y ver qué hay detrás de sus reacciones para poder tratarla y equilibrarla con el remedio de fondo.

Alguien a quien le han recetado Diazepam para un ataque de pánico o de ansiedad que le deja paralizado, ¿cómo lo podría sustituir por un remedio natural?
Depende de la persona. Hay que analizar por qué ha llegado a ese ataque de pánico:  por acumulación, porque ha estado tan enfadado que al final se colapsa… la Arnica le podría ayudar y el Aconitum también funciona muy bien. Es fundamental estudiar los síntomas y dar el remedio adecuado, porque la homeopatía no funciona como el Diazepam, que actúa sobre el sistema orgánico y tiene un efecto inmediato. Los remedios homeopáticos son sustancias que provocan justamente el síntoma que quieres tratar y lo contrarrestan. De ahí la importancia de estudiar la reacción de cada persona, no nos sirve el diagnóstico médico. Por ejemplo, para el “dolor de cabeza” podríamos dar más de cien remedios homeopáticos. Un ataque de ansiedad aparentemente es igual para todo el mundo: hay parálisis, dificultad para hablar, sudor frío… Pero cada síntoma tiene unas modalidades diferentes en cada individuo. Unos tendrán sudor frío en la frente, a otros les recorrerá el cuerpo, unos mejorarán con calor, otros saliendo a respirar aire fresco. Según estas modalidades buscaremos el remedio adecuado y a unos les  funcionará Aconitum, a otros Veratrum album, a otros Causticum y así te podría decir unos cuantos remedios idóneos.

Hoy en día, muchos niños padecen estrés, por sobrecarga de actividades, porque les influye negativamente el estrés de los mayores de su entorno...  Aparte de evitar la sobrecarga, ¿qué remedios recomiendas para los más pequeños?
Antes de hacer terapia, lo primero que hay que mirar es el estilo de vida que llevan. Hoy en día muchos padres y madres trabajan largas jornadas, están liados todo el día, y lo más cómodo es apuntar a los niños a actividades extraescolares, les guste o no. Los niños deben hacer las extraescolares que les motiven y también tener tiempo para jugar. La homeopatía les puede ayudar si tienen síntomas patológicos, ya sean físicos o psíquicos. Es frecuente diagnosticar hiperactividad en un niño cuando, en realidad, un alto porcentaje de pequeños lo que padecen es estrés y mala alimentación. Hoy día, los niños comen muchos alimentos azucarados, lo que provoca un déficit en la absorción de nutrientes, carencia de minerales y, en consecuencia, nerviosismo. Vigilar la dieta es fundamental. Hay que mirar el estilo de vida y asegurarse de si las carencias son fisiológicas y requieren tratamiento o simplemente se deben al estilo de vida. Y, sobre todo, hay que dedicarles tiempo. Los niños reclaman tiempo y, por desgracia, no les dedicamos el que necesitan. Si les dedicas atención, ves un cambio. A veces basta con pequeños detalles. Por poner ejemplo, el hecho de acompañar a tu hijo a la cama, estar un rato con él, explicarle un cuento y hacerle unos mimos es el mejor remedio para que duerma tranquilo toda la noche. Dedicar un poco de tiempo a los niños hace milagros.

Cuéntanos un poco cómo funcionan las terapias florales. En el caso del estrés, es muy conocido el remedio de rescate.
Las terapias florales son ideales en la infancia, yo incluso optaría antes por dar a un niño Flores de Bach que un remedio homeopático si no estás seguro del que necesita. Las flores son mucho más fáciles de prescribir por parte de los padres. Si el niño está nervioso, le podemos dar Impatiens, Sweet Chestnut o directamente el Rescue Remedy. Es más sencillo y muy efectivo, aunque hay que tener presente las tomas: como mínimo tres o cuatro gotas cuatro veces al día. El Rescue Remedy funciona muy bien en momentos puntuales: si han tenido un disgusto, una rabieta, un susto… pero cuando es un proceso un poco más crónico, el tratamiento ha de ser más específico y es muy importante ser constante. Si les das el remedio un día sí y otro no, hoy dos veces y mañana una… no va a funcionar.

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