Ecover, fabricante pionero de detergentes ecológicos

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Ecover es el fabricante europeo pionero de los detergentes más ecológicos. 

Tejado verde de la sede de Ecover en Bélgica

La empresa nació hace 31 años en Bélgica con el objetivo de producir detergentes sin fosfatos ni derivados del petróleo y a partir de materias primas renovables. “Hemos tenido que aprenderlo todo sobre cómo hacer detergentes más ecológicos. Ahora lo hacemos mejor que hace 30 años, que hace 10 años y que hace 5 años. El camino hacia la sostenibilidad no termina nunca”, dice Peter Malaise, director tecnológico. 

Los productos Ecover exhiben la etiqueta ecológica, la estilizada flor que concede desde 1992 la Unión Europea, pero los responsables de la empresa consideran que esta certificación no es tan exigente como debiera. En su opinión los productos certificados no pueden definirse como los más ecológicos simplemente porque contaminan menos que la competencia.

Paul Wouters, director de exportaciones, afirma que la etiqueta europea “no refleja los exigentes niveles de calidad de los productos que fabricamos o vendemos”. “Reconocemos que los criterios de la etiqueta europea son estrictos, pero también decimos que los nuestros lo son aún más”, afirma Wouters. 

Hubiera preferido que la Unión Europea creara una certificación ecológica más rigurosa que incorporase las exigencias que los fabricantes más comprometidos se imponen a sí mismos. Para ello están dispuestos a compartir con la comunidad científica y los funcionarios europeos los conocimientos que han acumulado a lo largo de 31 años de experiencia.

Esta voluntad queda probada desde 2002 cuando hicieron públicas las fórmulas de todos sus detergentes (además en su web se puede consultar la lista completa de ingredientes de todos los productos). También desean colaborar en la creación de una legislación y un  sello oficial que algún día pueda ser exhibido sin reparos en sus productos porque reflejará realmente lo que es y lo que hace Ecover. Por ello, pese a su posición crítica, continúan formando parte de la comisión asesora de la etiqueta ecológica europea.

Peter Malaise asegura que ningún producto fabricado por ellos produce un efecto persistente conocido en el medio ambiente o la salud humana. 

Ecover se enorgullece de expresar su compromiso con la sostenibilidad no sólo en los productos comercializados, sino en todo lo que hace. La fábrica belga en la ciudad de Malle es desde 1992 un edificio ejemplar, construido según los principios de la arquitectura bioclimática, orientado hacia el sol para aprovechar su energía y reducir el consumo de luz artificial. 

La nave de producción no necesita aire acondicionado ni calefacción, y posee un tejado verde que además de un aislante eficaz es un hábitat para insectos y pájaros. Al entrar en la recepción los visitantes son recibidos por un lema de la campaña antinuclear de los 80 que en 2011 es más actual que nunca: “los cerdos vuelan, la Tierra es plana y la energía nuclear es segura”. 

Pero Ecover no se engaña sumergiéndose en una atmósfera utópica y de autocomplacencia verde. Sus expertos no ocultan que como consecuencia de uno de los procesos químicos que se realizan en la fábrica, la etoxilación, necesario para convertir los aceites vegetales en los surfactantes que emplean en los limpiadores multisuperficies, se produce 1,4-dioxán. Su presencia en el producto final es mínima, casi no se puede detectar y no se ha comprobado que tenga ningún tipo de efecto negativo sobre la salud o el medio ambiente, pero siendo pariente químico de las cancerígenas dioxinas, no deja de ser una pequeña mancha en un detergente ecológico. La actitud de Ecover es no dejar de investigar hasta hallar una alternativa.

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