Casas alternativas y ecológicas

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Casas de madera, de paja y prefabricadas o containers reciclados en hogares. Son las casas alternativas a la obra de hormigón.

Es sorprendente cómo nos aferramos los humanos a lo que ya conocemos, aunque otras posibilidades sean mucho más interesantes. El mundo de la arquitectura es un caso extremo de este fenómeno. Sabemos que pueden construirse casas con todo tipo de materiales y formas y, sin embargo, hay un extraño empeño generalizado en levantar pesadísimas obras de hormigón y distintas capas de materiales indigestos para el entorno. Las excepciones a la regla confirman que existen otras maneras de construir, más inteligentes, más ligeras y más creativas. 

Las casas de madera tienen todavía que luchar contra unas cuantas ideas falsas. Se dice que su vida es más corta, que no son tan confortables como las de obra, que son más propensas a incendiarse e, incluso, que son menos ecológicas porque por su culpa se talan bosques. La consecuencia es que, en España, muchas aseguradoras se niegan a contratarlas. Además, a algunas personas les echa para atrás la asociación con la típica imagen bucólica de casita de cuento. Pero la realidad es completamente otra. Mientras que algunas de las tan admiradas y sólidas casas de hormigón están listas para ser derruidas después de 40 años, en los países del norte de Europa se encuentran casas de madera habitadas e impertérritas después de 200 años de vida. 

Las modernas casas de madera cumplen todos los requisitos legales sobre protección de incendios y, en cuanto al confort, puede ser mucho mayor que en las casas de obra, pues se trata de un material aislante y regulador de la humedad. Sobre si son ecológicas o no, sólo hay que pensar que la madera es uno de los pocos materiales de construcción realmente renovables y reciclables. La única condición es que proceda de bosques controlados. 

A medida que el sello FSC (Forest Stewardship Council) vaya ganando cuota de mercado, las garantías sobre el origen de la madera serán mayores, sobre todo en el caso de las especies tropicales. En cambio, no se puede decir lo mismo de los materiales de obra convencional, obtenidos, por ejemplo, en canteras que literalmente se comen las montañas. Además, la madera fija el dióxido de carbono, principal responsable del cambio climático, y exige poca elaboración, lo que la hace barata energéticamente. Por todas estas razones, las casas de madera se encuentran entre las más sostenibles.  

Diseños modernos y urbanos

La casa de madera no tiene ya por qué ser la típica cabaña alpina unifamiliar. Existen diseños actualizados adaptados a las distintas culturas locales y aptos para cualquier uso. Incluso pueden construirse en las ciudades para alojar oficinas, apartamentos de alquiler o locales comerciales.No se trata de fantasías, sino de proyectos en marcha en algunos países europeos.

Para que puedan llevarse a cabo, varios estados alemanes ya han legalizado las obras de madera de hasta tres pisos de altura después de comprobar mediante los más rigurosos estudios técnicos que son tan seguras como las de hormigón. Construir con madera no es, por tanto, un capricho, sino un negocio rentable. Según un estudio realizado por constructores centroeuropeos, edificar en obra cuesta entre 1.300 y 1.500 euros el metro cuadrado, mientras que el coste de hacerlo con estructura de madera es de unos 950 euros.

Sobre el bajo coste influye que pueda construirse en parte con maderas recicladas y que los trabajos sean mucho más rápidos (unos seis meses como máximo en una casa unifamiliar).

Ventajas de las prefabricadas

La construcción consume aproximadamente el 60% de los recursos que se extraen del planeta. En cada metro cuadrado de edificio construido se gastan alrededor de 2,7 toneladas de materiales, muchos de los cuales se manipulan industrialmente. Eso quiere decir que tras la vida útil de una casa hay un montón de materiales contaminantes que, en su mayor parte, no se pueden recuperar. 

Como en nuestro país no se ha parado de levantar edificios hasta que la burbuja de la especulación inmobiliaria ha reventado, ahora tenemos en el paisaje miles de casas que han contaminado la atmósfera inútilmente, ya que después de meses siguen sin estar ocupadas. 

Para reducir el impacto ambiental de la construcción de viviendas, lo más sensato sería promocionar la rehabilitación de casas antiguas. En cuanto a las obras nuevas, deberían emplearse criterios y materiales ecológicos y, si fuera posible, productos prefabricados. 

La imagen de las casas prefabricadas en nuestro país es la de las casetas de obra o los bungalows de cámping. Sin embargo, en el centro y el norte de Europa, la casa prefabricada ecológica se considera una opción económica, de calidad y sostenible. Sus ventajas sobre la obra convencional son muchas: necesita menos mano de obra y menos cualificada, se levanta en unas semanas, el presupuesto está cerrado, se construye con precisión, se adapta a los gustos del propietario, es igual de confortable o más, las reformas son más sencillas, se puede desconstruir y reciclar, es hasta un 30% más barata… Las construcciones prefabricadas pueden ser de madera, de piezas de hormigón o de piezas metálicas sin que varíe mucho el precio. 

 
Casa de paja en Níjar, del arquitecto Luis de Garrido

Una obra de paja

La construcción moderna con materiales aparentemente rústicos no se limita a las obras simples y modestas. Incluso con balas de paja se puede levantar un edificio grande y sofisticado, aunque, eso sí, hay que vigilar hasta el más mínimo detalle. Junto al Parque Natural de Gata, en Níjar, Mathias Boer, empleado del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, quiso hacerse una casa con balas de paja. Además, deseaba que fuera energéticamente autosuficiente y sin impacto sobre el entorno.

La casa no tendría desagües, tomas de agua ni electricidad, pero sería cómoda como la que más. El arquitecto Luis de Garrido fue el encargado de proyectarla, aunque en el reto participaron con sus ideas y conocimientos expertos de Holanda, Estados Unidos, Australia, Inglaterra y Escocia. 

En el caso de la casa de paja, la amenaza no es el bufido del lobo –es la broma que están obligados a soportar los atrevidos propietarios– sino las filtraciones de humedad. A pesar del material utilizado, la casa es tan estable y duradera como cualquier otra. Es más, posee una ventaja sobre ellas: el grosor de los muros y las características de la paja son idóneos para que se conviertan en los más eficaces reguladores de la temperatura interior. 

Para evitar las humedades que podrían pudrir la paja en el futuro, los muros se recubrieron de mortero hidrófugo. En la casa de Níjar se recurrió a la madera, la caña y el yeso para las vigas, pues el proyecto consideró la utilización de los materiales que la naturaleza suministraba en la zona y los elementos reciclados. Se emplearon tejas de segunda mano de varios edificios en ruinas que se encontraban en las proximidades. En los muros de la cara norte, se enterraron cascotes, maderas de derribo y neumáticos, y los residuos de la propia obra se escondieron en los cimientos.

Para el invierno y el verano

Para acondicionar la temperatura interior en verano, la casa se diseñó de manera que el vientro del norte entrara a través de unos captores elevados, bajara hasta siete metros bajo tierra para refrescarse y saliera en el salón junto a una fuente dotada de un canal de agua de 12 metros de longitud.

En invierno, el calor se acumula en los muros y el suelo, que está aislado del terreno mediante bovedillas, y se propaga a los espacios interiores por un sistema de paso del aire bajo el forjado (método Kachadorian). Uno de los muros interiores se realizó en adobe y acogió una chimenea, cuyo calor se transmitía a las habitaciones. Para mejorar el aislamiento se colocaron ventanas triples —con contraventanas y toldos— además de las propias ventanas de madera.  

La energía eléctrica se obtiene a partir de unas placas fotovoltaicas de un kilovatio, suficiente para el consumo familiar. Las placas se instalaron entre los captores de viento, como dos velas sujetadas por mástiles, pues se buscó que todos los elementos guardaran una estética armoniosa. Para reducir el consumo de electricidad, se eligió un frigorífico a gas y un horno de leña. La lavadora obtendría el agua caliente de un acumulador solar.

El agua se trató en la casa como un bien preciado: se sacó de un pozo, se instaló la grifería que garantizaba un consumo menor y se dotó a la casa de sistemas para depurar las aguas grises.

La casa de Níjar, como muchas otras que ya se han levantado con paja en todo el mundo, han demostrado que las propuestas más provocadoras pueden ser más sensatas que las convencionales. En España, la Red de Construcción con Balas de Paja (www.casasdepaja.org) asegura que estas obras “contradicen el mito de que tener una vivienda sostenible y sana significa una inversión de dinero prohibitiva”. La casa de paja es una posibilidad de vivienda digna, de bajo coste y realizada con materiales naturales y renovables.

WFH House, Wuxi, China, construida con tres container y una cubierta de bambú

Construir con contenedores

Las casas alternativas también pueden incorporar valores inmateriales. Por ejemplo, los dueños, sus familiares y amigos pueden colaborar en la construcción como mano de obra, lo que reduce los costes de manera importante y permite hacer de la casa “una cosa de todos”. Otro valor es ofrecer la vivienda como un modelo que contribuya a solucionar los problemas ecológicos de la sociedad. 

Los contenedores de acero que se usan para transportar mercancías por barco y carretera no pueden definirse como bienes sostenibles, pero encuentran un buen final si se transforman en viviendas de bajo coste. Según el despacho Arquitectos Asociados Santiago, con sede en Santiago de Compostela, el precio de una vivienda de unos 60 metros cuadrados contruida con containers es de sólo 15.000 euros. 

La construcción con contenedores reduce la emisión de dióxido de carbono, el gas que está calentando la atmósfera; además, es perfectamente compatible con los tejados de hierba, las turbinas de viento o los paneles fotovoltaicos. Las posibilidades que ofrece son tan amplias que han servido para levantar colegios, centros de salud o locales de empresa.

En definitiva, la opción de construir casas alternativas, con un impacto ambiental y un coste bajos debería abrirse paso en un mundo ya demasiado edificado.

 

 

Londons Container City