La “revolución” de la movilidad

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Autonomy, el festival de la movilidad urbana celebrado en París, es una demostración de que los coches son dinosaurios del pasado en las ciudades. 

Pequeños vehículos de todo tipo, desde patinetes y bicis hasta minicoches eléctricos, son parte de la revolución "micromovilidad".

Ross Douglas, fundador de Autonomy. Foto: Carlos Fresneda

Patinetes, monociclos, ninebots, segways, hoverboards, ebikes, bicicletas de carga, bicicletas de bambú... Una revolución invisible se está cociendo en el asfalto de las grandes ciudades. Las nuevas formas de movilidad reclaman su espacio, mientras el coche se bate inevitablemente en retirada.

«La congestión y la combustión son los dos grandes enemigos de las ciudades», recalca Ross Douglas, fundador de Autonomy, el festival de la movilidad urbana recién celebrado en París. «Durante el último siglo, las ciudades se han adaptado a los coches, y ahora toca dar la vuelta a la ecuación: nuestras calles tendrán que cambiar para adaptarse a formar mucho más livianas y eficientes para poder moverse».

Autonomy surgió precisamente de una experiencia personal: el contraste que el surafricano Ross Douglas experimentó viajando en coche por algunas de las ciudades más congestionadas del mundo, en contraste con Copenhague, donde la bicicleta lleva más de tres décadas marcando el camino. 

«Hemos ido aumentando el espacio para el coche privado como si fuera lo más normal», advierte Douglas. «Hemos convertido las ciudades en gigantescos aparcamientos. Los coches se mueven el 5% de su tiempo y el resto se lo pasan ocupando nuestras calles. Y de paso, nos hemos resignado a la contaminación como algo inevitable. Y no hablemos del vínculo entre el tráfico y el estrés».

París puede convertirse en 2020 en la primera ciudad en prohibir el acceso de los vehículos diésel. La ciudad pionera a gran escala de la bici compartida (Velib) y del coche eléctrico compartido (Autolib) aspira ahora a convertirse en referencia obligada con Autonomy, en el espacio futurista de la Villette y con un lema que podría muy bien ser «¡Libertad, igualdad, movilidad!».

«El coche y la bici compartidas han sido un primer paso y muy importante», reconoce Ross Douglas, asociado en esta aventura parisina son OuiShare, la plataforma de la economía colaborativa. «La fusión de la tecnología digital y la movilidad nos está permitiendo cosas impensables hace tan solo unos años. El siguiente paso va a ser la explosión de nuevos medios de transporte y la inevitable adaptación de las ciudades, que tendrán que hacer sitio no solo a las bicicletas, también a los patinetes o a los monociclos eléctricos».

Algo se está moviendo bajo el asfalto, aunque aún nos cueste verlo. Los grandes fabricantes como Renault y Nissan se suben al carro de la micromovilidad con modelos como el Twizy. La MIT aspira a diseñar el vehículo ideal de tres ruedas para el desplazamiento urbano. Micro, pionera de la fiebre infantil de las dos ruedas, se lanza al mercado de mini-coches eléctricos con el Microlino.

Desde Hamburgo, Egret aspira a transplantar al patinete eléctrico la impronta del made in Germany: «Aspiramos a trasladar a la micromovilidad la misma reputación que la industria alemana ha tenido durante décadas con los coches», asegura el director ejecutivo, Florian Walberg. «Fabricamos patinetes robustos y fiables, con una autonomía de hasta 35 km, que sirvan para cubrir con creces los traslados diarios en una ciudad».

De ahí pasamos a las Brompton, reinas de las bicicletas plegables y estandarte del made in London. Su director ejecutivo, Will Buttler-Adams, nos explica los detalles de la nueva fábrica de Greenford, de un tamaño mayor que la superficie del estadio de Wembley, donde son ya capaces de manufacturar hasta 45.000 bicicletas al año, el 80% para exportar.

En el stand de Wee-bot nos familiarizamos con el Rover, anunciado como el scooter eléctrico del futuro: lo más parecido a montar a caballo sobre una sola rueda, a una velocidad de 35 kilómetros por hora (se venden a 1.500 euros, pero hay ya una larga lista de espera).

En la pista de pruebas del Autonomy tienen también un sitio especial las minibicis eléctricas como el Alpha o la Lehe K1. Los más jóvenes se apuntan a los patinetes plegables Oxelo. Bamboocyclette presentó en Autonomy su última línea de bicicletas de bambú, ultraligeras y sostenibles.

“Las alternativas al coche privado serán cada vez más atractivas y más necesarias”, vaticina el diseñador Dan Sturges. “Al fin y al cabo el 50% de los desplazamientos urbanos son de menos de cinco kilómetros, y el 28% son de menos de una milla. Nuestros coches son una pieza demasiado sofisticada de ingeniería usarlos de esta manera. Es como matar una cucharacha con una pistola”.

“Todo en las ciudades empezará a girar en torno a la bicicleta”, advierte Sturges. “Y para quienes quieran algo más que bici tradicional habrá otras opciones, como las “ebikes”, los patinetes eléctricos o los vehículos eléctricos 'vecinales', que serán de uso compartido y serán más parecidos a los 'carritos de golf' que a los coches actuales”.

El cuadraciclo eléctrico de EV4, la ebike plegable de Lehe o el “girópodo” de Ninebot (controlado a distancia y con una autonomía de 30 kilómetros) fueron algunas de las máximas atracciones del Festival Autonomy que convirtió el parque de la Villette en un auténtico laboratorio de la ciudad del futuro, con 150 expositores y más de 20.000 visitantes.

“Hasta ahora, el debate ha estado demasidado centrado en cómo disuadir el uso del coche privado”, advierte Phil Trinn, investigador de innovación urbana del MIT. “Durante décadas, las dos únicas alternativas han sido el transporte público y la bicicleta. Pero la tecnología se ha tomado finalmente en serio el reto: necesitamos encontrar otras maneras movernos por las ciudades”.

Y mientras en China levantan barreras a todo lo que no sea el coche, Japón despunta como el campo de pruebas de la micromovilidad. “Para movernos por la calle nos bastarán vehículos ligeros, de una o dos plazas, preferiblemente alquilados o compartidos”, vaticina Masaki Honda, de la consultora Frost & Sullivan. “Con los problemas de tráfico y contaminación que tenemos en las ciudades, el coche ha dejado de ser una conveniencia para convertirse en una pesadilla”.

No podíamos irnos del Autonomy sin experimentar en carne propia el microbús sin conductor. «La revolución de la movilidad urbana está a la vuelta de la esquina», advierte Patricia Villoslada, al frente del departamento del vehículo autónomo de Transdev. «De hecho, ha empezado ya en trayectos cortos y pronto se implantará en el transporte público. El siguiente paso serán las flotas de coches autónomos, eléctricos y compartidos: la combinación perfecta».


Patricia Villoslada, de Transdev.