Cómo elegir ropa que no atente contra tu salud y el entorno

10.1.2015
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Conoce las fibras más sostenibles.

La piel es un órgano importante y por ello se la cuida con esmero. Buena parte se cubre con ropa, que viene a ser una segunda piel, y sin embargo mucha gente se despreocupa de las prendas que viste. Hay quien se pone cualquier cosa y hay quien atiende sólo al precio o al aspecto que ofrece, pero pocos se fijan en las características de los tejidos.

Las fibras pueden permitir la transpiración o no, pueden provocar alergias o acariciar la piel, pueden estar implicadas en una agresión a la naturaleza o ser amables con el entorno. Por eso conviene mirar la etiqueta y fijarse en la composición.

Un gran porcentaje de las prendas están confeccionadas con fibras sintéticas elaboradas a partir del petróleo. El sector textil demanda diariamente millones de barriles con los que se fabrica una gran variedad de fibras artificiales. Así resulta que al vestir una prenda confeccionada con este tipo de fibras, que no se biodegradan, se está financiando una industria contaminante e insostenible. Además las telas artificiales tienen escasa capacidad para permitir la transpiración y son las más relacionadas con reacciones alérgicas e irritaciones. Se estima que alrededor de un 10% de la población sufre alergia a algún tipo de fibra sintética.

Un tipo especial de fibra artificial es el que toma como base una materia prima natural a la que se somete a algún proceso industrial. Es el caso de las fibras elaboradas a partir de la celulosa, que se somente a una serie de procesos químicos en los que intervienen disolventes para finalmente obtener los hilos.

Las fibras preferibles son las completamente naturales, aunque no están libres de problemas: pueden tener su origen en cultivos extensivos donde se derrochan plaguicidas, como el algodón, o pueden ser coloreadas con productos contaminantes y alergenos. Por tanto, la mejor elección son las fibras naturales de cultivo ecológico.

Artificiales

Nylon o poliamida. Repele el agua y es la más resistente y dura de todas las fibras, pero puede amarillear con el tiempo, no tiene buena percepción al tacto y produce sensación de frío.
Polialgodón. Es algodón al que se le ha añadido formaldehído, una sustancia irritante y probablemente cancerígena, para darle aspecto de planchado permanente.
Poliéster. Es la más utilizada de las fibras sintéticas y es apreciada por el público porque no requiere planchado y dura mucho. Retiene poco el agua, y dada su escasa absorción, favorece la fermentación del sudor, por lo que resulta especialmente inapropiado en climas húmedos.
Elastán. Más conocido por la marca comercial Lycra, de la petroquímica DuPont, se añade a otras fibras para proporcionarles elasticidad. Los tejidos que incluyan elastán deben lavarse con precaución y plancharse a baja temperatura.
Rayón. Se obtiene de la pulpa de la madera de determinados árboles como los abetos y tiene gran aceptación como sucedáneo de la seda. Sin embargo, no se libra de los inconvenientes de las fibras artificiales: le falta transpiración y se elabora con la ayuda de sosa cáustica y sulfato de carbono que acaban contaminando los ríos.
Perlón. Se obtiene también de la celulosa y se conoce como lana de perlón o lana artificial. Puede causar dermatitis y otras alergias cutáneas.
Acrílico. Tienen una apariencia y un tacto parecido a la lana, pero es más barato. Se le añaden agentes retardantes del fuego porque es muy inflamable. No transpira, genera electricidad estática y forma pelotillas.
Spandex. Es una fibra de poliuretano (petroquímico no reciclable) que se usa en lencería y en trajes de baño.
Viscosa. Inventada a principios del siglo XX, la materia prima con la que se elabora es pulpa de madera o pelusa de algodón, que se disuelve en lejía de sosa y de la que se obtienen las fibras textiles. Es similar al algodón, pero de inferior calidad.
Gore-tex y Polartec. Son fibras sintéticas con la peculiaridad de ser a la vez impermeables y transpirables. Son útiles en determinadas actividades deportivas.

Naturales

Lana. Obtenida de la oveja, es un excelente aislante térmico, ya que la fibra esponjosa funciona como una cámara de aire que aísla el cuerpo del entorno y guarda su calor. Como absorbe la humedad, ayuda a que la piel esté siempre seca y fresca. Ningún otro tejido se conserva en buenas condiciones durante tanto tiempo. Ha de lavarse en agua tibia con jabón neutro, sin frotar ni retorcer.
Lino. La planta (Linum usitatissimum) favorece la regeneración de la tierra porque tras la cosecha debe permanecer en barbecho cuatro años antes de volverse a cultivar. La fibra es muy fresca porque absorbe mucha humedad, y resulta más resistente que el algodón, aunque también es más rígido. Dependiendo de la urdimbre (técnica del hilado), puede fabricarse un tejido tan fino como la batista u tan basto como la lona.
Algodón. Es desde el siglo XIX la fibra vegetal más utilizada en todo el mundo. Absorbe con rapidez el agua y se seca más rápido que la lana. Es muy resistente al lavado, se puede frotar, escurrir y planchar fácilmente. La principal desventaja es que se arruga. Desde el punto de vista ambiental, el cultivo convencional de algodón es una catástrofe pues requiere enormes cantidades de agua (se estima que se consumieron 1.000 litros de agua por cada camiseta) y se utilizan millones de toneladas de plaguicidas que contaminan el agua y la tierra. Por eso es importante adquirir prendas confeccionadas con algodón ecológico certificado. 
Otras fibras minoritarias pero muy apreciadas por sus características ecológicas son el cáñamo, el hilo de soja (de producción ecológica), el de bambú, y el Tencel (procede de la pulpa de la madera, que se trata con óxido amínico, un disolvente orgánico no tóxico que se recicla continuamente, por lo que la fibra es biodegradable). Según los estudios de impacto ambiental, la planta de cáñamo, muy resistente, que se cultiva sin necesidad de recurrir a plaguicidas, es la más sostenible. Pero las prendas de cáñamo no son muy delicadas. Los mejores resultados se obtienen mezclándolo con seda o algodón. 
Seda. De textura suave, brillante y acogedora, es la fibra natural más apreciada. El problema es que para producirla se sacrifican las larvas antes de que puedan convertirse en mariposa. Debe lavarse a mano, con agua fría, sin frotar ni retorcer, por lo que no conviene que las prendas de seda se ensucien mucho.
Pelo. En la composición química apenas se diferencian los pelos de las lanas, pero no sí en su estructura física: la lana es rizada, el pelo liso. Algunos pelos son la alpaca, la llama (camélidos andinos), la angora (conejo turco), el mohair y la cachemira (de cabra), y el camello.

GOTS, el sello de los textiles ecológicos

La Norma Textil Ecológica Global (GOTS por sus siglas en inglés) es la norma líder en la produccicón de textiles hechos con fibras obtenidas con métodos ecológicos. Garantiza que se han respetado una serie de requisitos para el cuidado del medio ambiente a lo largo de la cadena de elaboración de textiles. También exige el cumplimiento de criterios sociales. Sólo aquellos productos textiles que contengan un mínimo de 70% de fibra ecológica pueden certificarse como GOTS. Todos los insumos químicos, tales como colorantes y auxiliares, deben cumplir claros requisitos ambientales y toxicológicos. La elección de accesorios también debe estar acorde a aspectos ecológicos.